En esta entrada me gustaría hablar sobre el amor del pastor hacia Marcela una mujer hermosa. Un pastor le contaba a Don Quijote que esta mujer rechazaba a todos los hombres, e incluso su tío la intentaba casar pero ella se negaba.
Este capítulo me resulta conocido, ya que se parece mucho al libro que escribió
Fernando de rojas - LA CELESTINA. Este libro habla sobre un hombre llamado Calisto que se enamora de Melibea y le declara su amor pero esta la rechaza ya que se dio cuenta de que sus intenciones eran deshonestas, pero Calisto no se rinde y contrata una vieja alcahueta para que Melibea se enamore de él locamente.
Pero el pobre pastor no tuvo esta suerte para poder conquistar a su amada. Uno de los pastores cogió uno de los papeles donde había escrito sus últimos versos Crisóstomo, en los cuales expresa sus sentimientos en su etapa final de la vida, contaba cómo su amor hacia Marcela no era correspondido ya que él le ofrecía todo su amor y sin embargo ella lo rechazaba, entonces
¿Se puede amar sin ser amado? es una pregunta que nunca sabré contestar.
El cantar de Crisóstomo repite palabras como confusión, celos, ausente, desdeñado y mil heridas dentro del corazón de Crisóstomo y un sentimiento desconcertador de la vida.
CANCIÓN DE CRISÓSTOMO
Ya que quieres,cruel, que se publique
de lengua en lengua, y de una en otra gente,
del áspero rigor tuyo la fuerza,
Haré que el mismo infierno comunique
al triste pecho mío un son doliente,
con que el uso común de mi voz tuerza.
Y al par de mi deseo que se esfuerza
a decir mi dolor y tus hazañas,
de la espantable voz irá al acento,
y en él mezclados por mayor tormento
pedazos de las míseras entrañas.
Escucha, pues, y presta atento oído
no al concertado son, sino al ruido
que de lo hondo de mi amargo pecho,
llevado de un forzoso desvarío,
por gusto mío sale y tu despecho.
El rugir del león, del lobo fiero
el temeroso aullido, el silbo horrendo
de escamosa serpiente, el espantable
baladro de algún monstruo, el agorero
graznar de la corneja, y el estruendo
del viento contrastado en mar inestable:
Del ya vencido toro el implacable
bramido, y de la viuda tortolilla
el sensible arrullar, el triste canto
del enviudado búho, con el llanto
de toda la infernal negra cuadrilla,
Salgan con la doliente ánima fuera,
mezclados en un son de tal manera
que se confundan los sentimientos todos,
pues la pena cruel que en mí se halla
para contarla pide nuevos modos...
Al acabar este cantar, Marcela empezó diciendo que no tenía culpa y añadió
que él era libre y el amor también debía serlo siendo de esta manera un amor voluntario y no forzado.
MARI PAZ FERNÁNDEZ LAGUNA